Cromocracia

En mayo del año que acabamos de empezar tendremos la inmensa suerte de ser llamados a las urnas para votar por los Parlamentos autonómicos y el europeo. ¡Qué alegría, qué alboroto!
Pues bien: si alguien cree que votar en España sirve para que el pueblo decida quién y cómo va a gobernar los próximos cuatro años (más conocido como democracia), lamento defraudarle. Si fuera así, al final de cada proceso electoral gobernaría el partido más votado. En realidad, las elecciones en este pais que habitamos son un intercambio de cromos, y sólo nos dejan elegir al representante que acudirá al mercadillo a intercambiar los nuestros en nuestro nombre, o en el suyo propio.
Algunos países civilizados, como por ejemplo, Francia, tienen lo que se conoce como 'segunda vuelta', mecanismo que permite a los ciudadanos votar una segunda opción si la primera que votaron resultó ser minoritaria, o ratificar la misma que votaron desde el principio. Al fin y al cabo, quien votó por el color azul no ha de conformarse necesariamente con el lila porque el tono se parece. A lo mejor, entre azul y rojo, yo prefiero el azul, pero entre lila y verde, resulta que prefiero el verde, y no quiero que el candidato azul al que voté le dé mi cromo al lila sin haberme preguntado.
Por supuesto, aquí esta opción no interesa a los partidos minoritarios que, con sus dos, tres o cuatro escaños acaban siendo decisivos a la hora de coronar un vencedor, a base de vender sus cromos al mejor postor. Porque puede suceder y sucede que un conjunto de partidos que no han ganado las elecciones junten sus cromos con el fin de impedir gobernar a quien sí las ha ganado, presuponiendo que el cruce entre un salmón y una caballa por fuerza ha de dar a luz un bacalao, que puedan cortar a su gusto los padres fundadores de tal chanchullo. Y si el bacalao no se deja cortar, siempre pueden sustituirlo por una sardina a mitad de la legislatura.
Y henos aquí, gobernados por aquél a quien sentó en su poltrona el Partido de la Iglesia del Palmar de Troya, los independentistas de Valdebotijos del Cimborrio o la Federación de Malfollados y Malfolladas Anónimos (con todos mis respetos por estos hipotéticos partidos, si existen, han existido o existirán). Pero 'Cada pueblo tiene el dirigente que merece'*, y en vista de que en España no merecemos nada mejor, yo creo que me  voy a ahorrar el paseo al colegio electoral la próxima vez y todas las sucesivas, hasta que me convenzan con hechos, y no sólo con palabras, de que vivimos en una democracia, y no en una cromocracia.
*Joseph de Maistre

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